Un tinto entre blancos.

Cuentan que al principio, en Rías Baixas, el viñedo estaba dominado por las variedades tintas, decían que el Espadeiro era la más valorada y Caíño la mas plantada.

Con el tiempo llego la Filoxera, un insecto que llegó de América y se comía las raíces de la vid.
Hay un antes y un después de esa llegada. La Filoxera, arrasó con todo el viñedo europeo, únicamente se salvaron los viñedos en suelos muy arenosos.

 Para que nos hagamos una idea la bebida espirituosa que dominaba el mercado mundial era el Cognac, cuyo origen es la destilación de vino. Tras unos años sin poder elaborarlo, fue sustituido por el Whisky, una bebida que hasta entonces apenas tenía mercado fuera de Gran Bretaña.

La solución a esa plaga se consiguió injertando la vid europea (Vitis Vinifera) en el pie americano, ya que esa vid si resistía al insecto. También se intentó hibridando tipos de vid diferentes.
De esos experimentos salieron los híbridos que tanto se usan para autoconsumo, productos que no pueden llamarse vino y que no consiguen alcanzar grados.
Pero la viña en el siglo pasado era básicamente para autoconsumo, por lo que se elaboraban variedades que fuesen fáciles de trabajar y no diesen muchos problemas.
Con la llegada del Acero Inoxidable los blancos dieron un salto de calidad, unido al control de la temperatura de fermentación se consiguió dar un salto de calidad enorme en los vinos blancos.

Entonces se puso en valor el Albariño, tras los diversos pasos administrativos necesarios en 1987 se estrenaba la Denominación de Origen Rias Baixas, formada por 492 viticultores que poseían 237Has. El vino se elaboraba en las 14 bodegas inscritas ese año, poco a poco fueron sumándose nuevos viticultores y superficie, se realizaron nuevas plantaciones y llegamos al año 2013 con 6.677 viticultores que controlan 4.064Has y se procesa en 178 bodegas (llegaron a se 201 en el 2008).

De la uva amparada por la D.O. Rias Baixas el 97% es albariño, en el año 2013 la uva tinta amparada por la D.O. suponía menos del 0,07% y la mayoría correspondía a Souson y Mencia, variedades habituales en la zona del Condado, zona que supone el 69% de la uva tinta, frente al 14% del Salnes.
Y todo esto que comentamos, es para poner en valor el acto al que fuímos invitados por la Adega Moraima.

La presentación de un Tinto de la D.O. Rias Baixas elaborado con uva Caiño al 100%.
Moraima es una pequeña cooperativa de la zona de Barro. Cuando hablamos de una cooperativa nos vienen a la cabeza millones de botellas, precio bajo y socios que solo buscan cantidad. Cuando hablamos de una cooperativa formada por 11 socios del Concello de Barro, creo que la idea varía un poco.

Es una cooperativa que elabora menos de 60.000 botellas, intentaron hacerse un hueco en el mercado con su Moraima y además, elaboran una segunda marca Aba de Trasumia, para intentar adaptarse al mercado local. Pero por suerte para ellos, ha sido fuera donde los han valorado y colocan la mayoría de sus botellas.

En un mercado de blancos tan mayoritario, querer poner en valor los antiguos viñedos de Caíño de los socios es un paso importante, cuando lo “fácil” seria elaborar un espumoso de albariño, algo que el mercado está demandando, ellos optaron por elaborar lo que tradicionalmente se consumía en la zona.
Un camino más difícil que anteriormente iniciaron otras bodegas como Forjas del Salnés o Zárate, pero un camino que yo considero más consecuente y de mayor valor.

Chocará con el gusto más extendido en la población, el tempranillo, ya sea sus variantes de Rioja, Ribera del Duero, Toro y tantas otras zonas donde se cultiva, bajo alguna de sus sinonimias.

Por eso es importante acercarse a este Caíño con la mente abierta y no buscando un Rioja o un Ribera en el fondo de la copa, por que no se va a encontrar (por suerte) y por que no reflejaría el carácter de un tinto atlántico, de un tinto de Barro.

Nos convocaron a un nutrido grupo de aficionados en el Pazo da Crega, allí pudimos probar sus blancos y nos explicaron las razones que les llevó a emprender esta aventura.
Su enóloga nos comentó como elaboró esas uvas y pudimos probar también las uvas de Caiño recién vendimiadas.

Probamos un Caíño elaborado en Acero Inoxidable. Creo que le sentaría mejor pasar un tiempo en madera, con una acidez domada que lo hace muy disfrutable desde el primer momento, hay que tener en cuenta que es su primer añada y tiene un largo recorrido por delante.

Desde aquí, mi enhorabuena por la iniciativa y por el resultado.

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