Emilio Rojo
En el Buraco de Juncal tenemos diferentes perfiles y opiniones. Una más técnica y profesional por su experiencia dentro del mundo gastronómico y vitivinícola, otra más orientada a un perfil de público general que opina de si le gusta o no y de las sensaciones que le transmite lo que prueba.
Hoy, hablamos de nuestra experiencia con Emilio Rojo desde un punto de vista diferente.
Viajamos hasta Arnoia con la idea de pasar una mañana comentando ideas y aprender del mundo del vino de una forma diferente.
Visitar una bodega en el medio del monte, escuchar la ilusión que transmite su creador y visualizar esos lugares que te llenan con tan solo mirarlos, te hace pensar en que una botella de vino te ofrece mucho más que un simple rato disfrutando de una buena comida entre amigos o familia.
El vino tiene mucho detrás de esa botella, tiene esfuerzo y dedicación continua por ofrecer el mejor producto a los demás. Dedicación que cada uno la transmite de diferente manera y que puede llegarte o no.
Y si después de probarlo te gusta, entonces ha merecido la pena.
En Juncal Alimentación creemos en el producto y en las personas. Cuando probamos el producto, escuchamos a sus creadores y lo que nos transmiten, podemos ofrecerlo mucho más seguros a nuestros clientes. Por eso, nos encanta que los jefes de vez en cuando, nos permitan disfrutar de la experiencia de ver el producto en esencia.
Llegando a Arnoia
Los anteriores años fueron excelentes en cuanto a ventas y los que lo prueban, siempre hablan maravillas. Solo tienes que buscar Emilio Rojo en Google y podrás disfrutar de sus andanzas, de sus pensamientos y de su vino. Más de 400.000 resultados lo avalan.
Llegamos a Arnoia, viñedos diferentes por todas partes, verde y más verde y sensación de frío. Estas tierras tienen que tener algo bueno sin duda.
Llevábamos un poco de queso y pan. Sabíamos de su devoción por los buenos quesos y queríamos compartir con él algunas novedades como el Airas Moniz de Chantada, un Stilton y un Gouda de 26 meses de curacion, ideales para acompañar con su vino. La Adega de Emilio Rojo no está localizada junto a sus viñedos, es una casa sencilla y de lo más normal a pie de una carretera local. Difícil de localizar si no te mandan la posición exacta. Carretera de curvas entre montañas para llegar.
El secreto de su éxito lo guarda bajo llave. Nos encontramos con un tipo peculiar y campechano. Ni me atrevo a pedirle un selfie. Los genios son tímidos y a la vez geniales. Emilio Rojo es un genio.
Después de las presentaciones y de romper el hielo de un iceberg, le sacamos las provisiones. Lo que llevábamos daba para un pincho y poco más. Sacamos dos cajas de plástico e improvisamos a pie de carretera un pinchiño de lo más peculiar.
Íbamos a por uno de los vinos más caros que tenemos en nuestra bodeguilla y me encuentro con esta forma de hacer negocios. Mi cara de sorpresa entre sorprendente e increíble, cambia cuando le pregunto si puedo ir al baño.
Preparamos el pincho y nos saca una botella con dos copas. Yo pensaba que éramos tres pero igual él no bebe. Vuelve a por otra. Menos mal….
«Está moi bo este ano. Probádeo. Esta é unha botella que non quedou moi fino o corcho e por eso quedeime con ela. Imos ver»
Comenzamos una conversación amena en la que no puedo participar. El mundo del vino se me va de las manos y cuando uno no sabe, lo mejor es escuchar. Me echo un poco de vino y relleno las demás. ¡¡Por fin lo voy a probar!!
Nunca imaginaría que probaría un Emilio Rojo a pie de carretera y sentado en una caja de plástico pero en plazas peores he toreado.
Impresionante, rico, fresco, cojonudo. Ostia, si es un ribeiro. Pero qué ribeiro…y bajamos la botella en un plis plas.
Los profesionales contaban que tenía mucho recorrido, que había que mantenerlo en la botella durante un tiempo para que estuviera muchísimo mejor. Yo seguía disfrutando…
Le di la enhorabuena creo que tres o cuatro veces pero me faltó decirle una cosa que la voy a decir aquí.
Lo que más me sorprende de Emilio Rojo es que ha conseguido algo que es muy difícil de conseguir en cualquier sector. Llevar una marca al estrellato, simplemente con su trabajo y dedicación. De comercial tiene bien poco pero es un fenómeno. Vender lo que vende y cómo lo vende, no es nada fácil. Y él lo ha conseguido. Convertir un vino ribeiro en uno de los mejores vinos blancos de España y no se si del Mundo, es acojonante.
Mi admiración para esas personas que lo dan todo para sacar lo mejor de si mismos sin considerarse superiores. Con el único afán de transmitir lo mejor a los demás. Esas personas son las verdaderas estrellas.
Y después de negociar con una libreta unas cuantas botellas, nos despedimos de una gran persona con una gorra de Audi con un apretón de manos y esperando su proxima visita en nuestra tienda de Pontevedra.
Y para terminar, hice mi trabajo de subirlo a la web. La añada 2015 ya está disponible en nuestra tienda online para enviarla directamente a tu casa. Ha subido un poquito, pero como dice Emilio Rojo «tampouco é para tanto e ademais ésta é a millor colleita.»
Emilio Rojo 2015 |
Corre que se termina muy rápido.