Había oído hablar muy bien de «A Emoción dos Viños«, un encuentro entre autores y consumidores de vinos, pero no unos autores cualquiera, unos autores que transmiten emoción con sus vinos, una selección muy cuidada realizada por los organizadores del evento, Antonio Portela y Marina Cruces, que con pocos medios, pero con muchas ganas, consiguen organizar un evento único.
La ubicación ya es extraordinaria, el claustro de la Catedral de Tui, un jardín precioso con una galería de piedra donde, se respira tranquilidad, una tranquilidad que al empezar el evento se rompe por conversaciones alrededor de una copa de vino.
Siempre me coincide en unas fechas complicadas, comienzo del verano y preparativos para la apertura de nuestra tienda veraniega de Sanxenxo. Sólo tenia buenas referencias, por lo que me dije que de este año no pasaba, por lo que una vez conseguida la preceptiva autorización familiar empecé a sentir «A Emoción».
Inicialmente acudiría únicamente por la tarde pero una consecución de acontecimientos hizo que acudiese desde primera hora con la compañía de Mariano Fisac y Pedro Giménez, a los cuales estoy muy agradecido por permitirme disfrutar a su lado y al de José Luis Louzán de un gran día.
Llegamos un poco antes y pudimos disfrutar de los preparativos, de saludar a algunos conocidos y ver el espléndido jardín donde posteriormente tenían preparada la comida de los bodegueros. Una vez con la copa en la mano y tras hacernos un croquis de los puestos de los bodegueros, recordé un comentario visto en un blog «quejándose» que en un día no se podía probar todo, lo cual es muy cierto y obliga a hacer una selección, la compañía no «ayudaba» ya que era complicado no saludar a tantos viticultores amigos, no probarles sus vinos y no charlar un rato con ellos, pero eso también nos dio una perspectiva mucho mas personal e interesante de los vinos.
El pistoletazo de salida lo dimos con Rafa Bernabé y su impresionante colección de vinos, muchas referencias diferentes de vinos muy diferentes entre si, incluido un espumoso elaborado mediante el método ancestral, muchas cosas que probar y mucha experimentación la de Rafa en Alicante, toda una paleta de colores, sabores y aromas, elaboraciones con tinajas y siempre vinos con muchísima frescura, vinos que parecen increíble que se puedan producir en una zona tan cálida.
No voy a enumerar todos los vinos probados, ni todos los viticultores con los que charlamos, fueron muchos y nos quedaron otros muchos en el tintero, muchos vinos probados y muchos que quería probar y finalmente me fue imposible, no tome ninguna nota de los vinos, creo que no era el momento ni la forma de hacerlo, se trataba más de probar vinos mientras su autor nos contaba cómo y por qué había llegado hasta él.
Hubo vinos que me gustaron mucho, otros muchísimo, algunos poco y algún otro nada, pero todos tenían alma, en todos se veía la mano del autor, su personalidad y su intención de transmitir su pasión por lo que hacen y por donde lo hacen.
Como pincelada, me gustó mucho un blanco del 2006, Vino regional de Lisboa y Biodinámico, increíble como aguantó el paso del tiempo y como se reflejaba la añada tanto en el 2006 como en el 2007, algo más que lógico y razonable pues no todos los años son iguales, yo diría más bien que ninguno es igual a los demás.
La mañana transcurrió sin pausa y apenas vimos la cuarta parte de los vinos, por lo que se hacia imposible seleccionar las siguientes paradas, es algo bastante injusto pero no podríamos disfrutar de «A Emoción» si nos dedicásemos a probar los vinos sin el intercambio de conocimientos sobre ellos con sus autores. Así que obvié los vinos que había probado recientemente, aunque siempre había alguna añada nueva o alguna muestra de depósito, también salte algún puesto donde el autor de los vinos no había podido acudir.
Tras una breve y agradable comida, con la charla preferida de José Luis Louzán y mía, los trapos sucios del sector, sus talones de aquiles y no ponernos nunca de acuerdo con las soluciones posibles, tras el café en la terraza y antes que pudiésemos relajarnos ya eran las cinco, tocaba volver al claustro.
Me gustó también el proyecto en el que colabora Dominique en Rías Baixas, una pequeña bodega a escasos metros de la playa de A Lanzada, una pena que ciertas actitudes del Consello Regulador dificulte el trabajo de los que quieren aportar calidad y terruño en Rías Baixas y en cambio amparen productos artificiosos destinados a llenar los folletos de ofertas de las Grandes Superficies, haciendo creer que eso es la tipicidad del Albariño en las Rías Baixas.
Como decía, muchos amigos, muchos vinos y sobre todo mucha «Emoción«.
Un auténtico placer poder disfrutar de tantos y tan grandes vinos y sobre todo de sus autores. Esa gente que nos hace confiar en que el camino que hemos elegido, el de los vinos que transmitan el lugar de donde proceden y son respetuosos con su viña y honestos con sus clientes, va en la buena dirección. Y que cada vez somos más los que buscamos ese tipo de vinos y que una vez descubres los vinos que te emocionan ya no hay vuelta atrás.
«La emoción nos lleva a continuar por el camino elegido»