Sé que últimamente empiezo así todos los post de este blog, pero cada vez me cuesta mucho más encontrar tiempo para escribir. No me faltan historias que contar o cosas que compartir, pero entre la inmediatez (y volatilidad) de las redes sociales y el tiempo necesario para trabajo y familia nunca encuentro un momento para sentarme delante del teclado.
Llevo varias semanas queriendo escribir este artículo y no lo puedo posponer más. La razón es de calendario. Este primer fin de semana de Julio se celebra, en la parroquia de Cela, en Bueu, la fiesta de la Tinta Femia. Es como se denomina en esa zona al Caiño. Del 30 de Junio al 2 de Julio tendra lugar la XIV Festa do Tinta Femia de Cela, una fiesta que se recupero en el 2016 gracias a la Asociación de Viticultores San Martiño de Bueu.
Todo empieza para mi hace dos años, cuando Antonio Portela , autor de O Vitícolo dos Bagos y uno de los organizadores de A Emoción dos Viños. Me llama para una cata previa a la fiesta del año pasado, me fue imposible acudir pero encendió mucho mi curiosidad…
La margen izquierda de la Ría de Pontevedra es una zona de mucha tradición vinícola, en libros antiguos se destacaba como los vino de Hío, principalmente los blancos, eran muy valorados y se pagaban mucho más caros que el resto de vinos de la zona, tenían mucha fama pero también el handicap de un minifundismo atroz que condiciona y mucho su futuro.
Mientras la margen derecha se integraba en la Denominación de Origen Rías Baixas, la margen izquierda se quedaba fuera de ella, aquí no importan calidades, importan cantidades, por ello ante la gran demanda de los Albariños de la D.O. Rías Baixas ésta creció hacia el norte, incluyendo los viñedos del Ulla en la denominación en una búsqueda de kilos de uva para garantizar el crecimiento en los mercados a toda costa.
Esto hizo que muchos viticultores plantasen mas albariño en una zona tradicionalmente de tintos como el Salnés, que se ampliasen las hectáreas dedicadas a viñedo y que floreciese una industria alrededor del vino.
Por su parte la margen izquierda perdía su fama y pujanza en los vinos, el no poder llegar al mercado con el amparo de la Denominación de Origen hizo que no fuese rentable trabajar la viña y una población tradicionalmente volcada al mar fue dejando de lado la viña.
Tras varios años sin celebrarse, en el 2016 la asociación de viticultores de Bueu decide retomar la fiesta de la Tinta Femia, en la búsqueda de ofrecer un producto de calidad celebran una cata previa donde se prueban los vinos que se van a ofrecer para confirmar su calidad.
Este año vuelvo a recibir la invitación de Antonio y nos cita en Bueu, allí nos encontramos diferentes compañeros del mundo del vino, consumidores, tenderos, taberneros y enólogos, todos con mucha curiosidad por ver lo que nos deparaba la jornada.
No os voy a engañar, lo que creíamos que nos íbamos a encontrar eran muchos vinos con defectos, que algunos se podrían beber y que otros era mejor descartarlos.
Cuando llegamos al primer cosechero nos encontramos con el mas “joven”, depósitos de Inox siempre llenos, un primer vino que aún estaba realizando la fermentación malo láctica, pero después pasamos a un segundo vino limpio, sabroso, fresco, un buen vino. Avisamos a Antonio que este primer vino ponía el listón muy alto para los que vendrían después, no esperábamos un vino así, otro viticultor nos comenta que aquí se notaba la mano del químico, que había un trabajo serio e intencionado.
Seguimos con las visitas, nos encontramos con bodegas muy pequeñas en su mayor parte, suelos de tierra, fermentaciones espontáneas en barricas viejas abiertas. Cada uno tenia su estilo y su forma de trabajar, la mayoría despalillan, todos pasan después a barricas de diferentes tamaños y muy antiguas. Poco a poco comprobamos que los vinos son reflejo de quien lo elabora, gente trabajadora, escrupulosa, bodegas muy limpias que dan vinos muy limpios.
Finalmente se nos hecha el día encima y otras obligaciones nos impiden visitar a los últimos cosecheros y disfrutar de la comida con las botellas guardadas de la cosecha anterior.
Pero nos vamos ilusionados, viendo un legado que gracias al impulso de la asociación de viticultores puede mantenerse y esperemos que crecer, el lado oscuro es el abandono de muchas viñas de la zona, la edad de los viticultores es muy alta y se ve difícil un relevo generacional.
Buscando información los días siguientes me encontré con este articulo de Mariano Fisac en su blog Mileurismo Gourmet, en él reclamaba un héroe que pudiese rescatar los vinos de Cela y conseguir que llegasen a más gente, parece que ese héroe puede ser Antonio, el año pasado consiguió despertar el interés de Rodrigo Méndez de Forjas del Salnés que ya ha empezado a trabajar con Tinta Femia de Cela y el propio Antonio tiene un proyecto entre manos que esperemos poder conocer en breve.
Mientras, ya viajaron muestras de Tinta Femia de Cela a Porto y Barcelona, en Simplesmente Vinho. Todo esto unido a la consecución de la IGP Terras do Morrazo para amparar esos vinos nos augura un prometedor futuro a la Tinta Femia de Cela.
El auténtico vino de Parroquia.
Buscando información los días siguientes me encontré con este articulo de Mariano Fisac en su blog Mileurismo Gourmet, en él reclamaba un héroe que pudiese rescatar los vinos de Cela y conseguir que llegasen a más gente, parece que ese héroe puede ser Antonio, el año pasado consiguió despertar el interés de Rodrigo Méndez de Forjas del Salnés que ya ha empezado a trabajar con Tinta Femia de Cela y el propio Antonio tiene un proyecto entre manos que esperemos poder conocer en breve.
Mientras, ya viajaron muestras de Tinta Femia de Cela a Porto y Barcelona, en Simplesmente Vinho. Todo esto unido a la consecución de la IGP Terras do Morrazo para amparar esos vinos nos augura un prometedor futuro a la Tinta Femia de Cela.
El auténtico vino de Parroquia.