Tendrá que haber un camino

Tendrá que haber un camino, un camino que nos lleve a donde queremos estar. 
 
Rodeados de productos que nos gustan, de productos y productores honestos, que nos lleven al lugar donde nacen esos productos. 
 

Ese camino no es fácil, tampoco es recto, pero es el camino que hemos elegido y del que más disfrutamos.

 

Se que a algunos no les gusta diferenciar lo artesanal de lo industrial. No les gusta el adjetivo industrial para sus productos, ya sean vinos, jamones o conservas. Entiendo que denota un tono despectivo pero es el más adecuado para diferenciar lo que hay detrás de un producto.
También se quejan de la notoriedad que alcanzan ciertos vinos, la repercusión que le dan en las guías y en las redes sociales. 

Vinos de producción muy limitada, en muchos casos una o dos barricas. De uvas que provienen de una única finca, que reflejan el paisaje y que son difíciles de encontrar, unicornios les llaman algunos.

Recién llegados

Prefiero buscar unicornios que conformarme con el caballito de madera.

En esa búsqueda han aparecido los vinos de Nanclares y Prieto & José Luis Aragunde. 

No son nuevos en casa, excepto uno Cinerea. 

Siempre tenemos menos botellas de las que nos gustarían, sobre todo cuando sabes que Miñato da Raña no existirá en el 2016 debido a la climatología en la zona. 



Nos llega un Crisopa que abrió un camino, tras recibir todo tipo de calificativos y desprecios por parte de los «puristas industriales». Un camino que ya han explorado incluso alguna cooperativa de la zona. 



También vuelve Coccinella un vino de parcela, un albariño de cepas muy viejas que Alberto ha sabido interpretar y ya es uno de los grandes vinos de Rías Baixas. 



El último en llegar ha sido Cinerea un albariño de uvas afectadas por la botytris, con azúcar residual y con una acidez adictiva.




Estos son los últimos unicornios que nos han llegado, en breve llegaran más, seguiremos buscándolos y disfrutando del camino. 

¿Nos acompañas?
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