Posiblemente sea el más famoso de los bodegueros gallegos. Por su personalidad y por la de su vino, que se llama como él.
Emilio Rojo es un ingeniero que abandonó su carrera en una multinacional tecnológica por las viñas y la vida en el pequeño pueblo de Arnoia, posee media hectárea de viñedo, en una pequeña aldea abandonada, allí es donde se hace su vino, mientras muchos buscan la mayor producción posible el busca rendimientos muy bajos, que la planta se concentre en unos pocos racimos, sacarle la máxima expresión a su terreno y a sus viñas de Treixadura, Loureiro, Lado y Albariño. Sirva como ejemplo que el consejo regulador de la D.O. Ribeiro autoriza un rendimiento de 13.000 Kilos por hectárea y Emilio dependiendo del año oscila entre los 3.000 y 4.000 kilos por hectárea.
Emilio Rojo (el vino) es un ribeiro blanco tan exclusivo, que roza lo mítico. «Habelo hailo» pero moi poucos o probaron.
La razón es que las pocas botellas que produce las reparte entre clientes de todo el mundo, su vino llega a todos los rincones del mundo, desde países productores como Francia y Alemania, a países con una menor tradición como Estados Unidos y también al países del continente asiático como Singapur. Eso hace que tenga que hacer cabalas para cuadrar las botellas que produce con los clientes que demandan su vino.